Georgette
Gebara, Líbano Bailarína, coreógrafa,
profesora de
danza y fundadora de la “ÉcoleLibanaise de Ballet”.
Este & Oeste: Diálogo de danza Amán, domingo 26 de
agosto de 1979.
El Rey Hussein y la Reina Noor,
nacida en los Estados Unidos, entran en la casa real del Palacio de la Cultura.
Ovación. Himno jordano, himno estadounidense. Silencio. Se abre la cortina,
para revelar la realeza de otra naturaleza: una mujer de pie en lo alto en su
vestido de lentejuelas y largos guantes negros, un trono de aspecto antiguo a
su lado. Ella se inclina, y se alisa en el trono. Martha Graham En un medio
susurro, habla sobre su compañía, sus ballets. Cuando llega al cuerpo, el Rey
antes que ella, un buen deportista, escucha con calidez y compresión. Sus
palabras me llevan a mis propias creencias: para mí, nuestro cuerpo es un
templo. En el la vida comienza; en el está el alma; el corazón, ese músculo que
bombea amor, su cerebro es el poder del pensamiento; el bien y el mal luchan
dentro de sus profundidades. El cuerpo trae movimiento, esencia de la vida, a
su forma más sublime de expresión: la danza. Mi atención vuelve a Martha. Como
si ella hubiera vivido toda su vida en nuestra parte del mundo, habla de las
arenas que van y vienen, cubriendo las huellas de los invasores. “La voz de la
tierra dicta quien permanece” declara. ¡Oh sí Martha! Hemos estado aquí quizás
más de lo que la humanidad recuerda. Las arenas de nuestros desiertos, las olas
de nuestros mares han dado a nuestras mujeres el agraciado y seductor balanceo
de las caderas que han viajado a los confines más lejanos de España. Se dice un
poeta una vez proclamó: “Fa la haramouna Allah menkom”– “Que Dios no nos prive
de ti”, que, una vez que se abandonaron las dificultades guturales de la “h” se
convirtió en “falamenko” para finalmente ser flamenco. ¿Una verdadera historia?
¡No importa, puede que sea una hermosa mentira! … Y ¿No son poesía y danza dos
magnificas mentiras? Sin embargo, mentiras que reflejan la profundidad del
sentimiento humano. Mientras el desierto y el mar nos daban un movimiento
ondulante, las altas montañas y una rebelión contra los invasores dieron a luz
al vigoroso golpeteo masculino de los pies y brincos salvajes como el aire de
la tempestad. Las danzas de espadas y la coreografía ecuestre los acompañan.
Cada región en este vasto mundo árabe definió su propio estilo y colores. 3 / 4
| P a g e La primera expresión de la danza, sin embargo, fue la oración, y las
“tres religiones del libro”, como las llamamos, nacieron en nuestras costas.
Los movimientos y gestos de la oración se consideran una forma de danza
espiritual. Sus orígenes pueden viajar más allá de lo que podemos rastrear,
pero sin duda son las expresiones más puras, más antiguas y más misteriosas del
cuerpo humano. Un pequeño guiño se debe aquí a las danzas faraónicas, para
comprender la era del baile en nuestra región. Estaban pintados en estilo
angular, pero ciertamente los propios movimientos debían haber sido tan fluidos
y estupendos como las aguas del Nilo. Con el advenimiento de los tiempos
modernos y la llegada de residentes extranjeros, se abrieron estudios de ballet
clásico y danza contemporánea, y la práctica de la danza se trasladó a niveles
más especializados. Desde simples celebraciones rurales u ocasionales y
sofisticadas formas de entretenimiento social urbano, se elevó a la
profesionalidad y entró en el teatro. Pero devuelta a Jordania. Desafiando la
guerra que todavía azota el Líbano, me arriesgué a persuadir a 10 estudiantes
para que viajaran conmigo a Amán para ver la Compañía de Martha Graham, pero
más particularmente por el privilegio de buscar una clase magistral. El
bailarín de la compañía Peter Sparling lo condujo con entusiasmo, y la experiencia
fue genial. Aplausos, grandes sonrisas, abrazos abundantes, y por supuesto,
como cabeza del grupo, dije algunas palabras para agradecer a Peter. Él nos
miró con tal sorpresa. “¿Me estás agradeciendo? Soy yo quien debería
agradecerte. Aquí vinimos, soy de los Estados Unidos, usted del Líbano, de
Jordania y otros lugares. Nos sentamos en el piso, y de repente todos estábamos
hablando el mismo idioma”. De hecho, ya sea que nos sentemos en el piso, nos
agarremos de una barra, volemos en el aire, pateemos nuestras botas sobre el
pico de alguna montaña, si agitamos nuestras caderas lascivamente debajo de una
tienda de campaña o en algún club nocturno, ¡Nuestro lenguaje nos une! Porque
el baile no es solo una expresión de sentimientos, la danza es una declaración.
Una declaración que habla más elocuentemente que cualquier lenguaje hablado,
que somos uno. Traducción: Iván Díaz C.
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