Artículo: El espacio infinito en una coreografía



Elio Montiel
Director y Coreógrafo
Compañía de Danza Contemporánea Danzart


Ingrid Colina en Sonata
Marcaba direcciones hacia un lado y el otro del salón para despistar la monotonía de los desplazamientos que suelen hacerme sentir apresado en una capsula de aire, si vida; tratando de controlar la forma, encadenar los asuntos pendientes de mi cuerpo y producir la lógica irreverente de un movimiento tras otro…
La coreografía no es simplemente la decisión de un coreógrafo en el ajustado acoplamiento de pasos y formas, puede ser o no ser, si quien mira, desde dentro o desde fuera, percibe el estallido motriz del alma de quien crea. Es necesario el concepto para construir un “común”, pero la creación en la coreografía sobrepasa condiciones establecidas, pues más que un encadenamiento es la causa y el efecto… en una simultaneidad que sólo puede ser percibida a través de los sentidos estéticos humanos sin menoscabo de sus emociones. La coreografía es el producto inusual de lo banal y lo profundo, de las emociones y el respeto a la libertad que pueden tener las formas libertad que raya en la perfección geométrica, tanto como en la grandiosidad y generosidad del caos.
Encerrar la creación coreográfica en un vehículo que va en línea recta puede ser una propuesta. A mi manera de ver, la coreografía responde a la geografía del cuerpo y a sus inusitadas respuestas a la emoción al encausamiento de su unicidad, de su corporeidad, de sus propias luces y sombras porque no hay límites ni espacios. Con ella se construyen los espacios y se enarbola la bandera de la creación que permite la ilusoria idea de que la danza es sólo un “algo” que se encierra entre cuatro paredes de cristal. Para la Coreografía no existe verdad ni mentira, es sólo el sagrado cordón místico que une ocasionalmente las explosiones de vida de la Danza…
Y por ello tenemos a nuestros pies el espacio infinito en una coreografía!


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